Museo de Valladolid
Consejería de Cultura, Turismo y Deporte
Al entrar en la sala, en la vitrina de la izquierda, joyas de oro y plata procedentes de Padilla de Duero. Se agrupan en tres tesorillos, correspondientes a otras tantas ocultaciones realizadas en el siglo I a. de C. Están integrados por torques o collares, pulseras, brazaletes espiraliformes, arracadas o pendientes, anillos y monedas -denarios- con leyendas en alfabeto ibérico, componiendo todo ello un conjunto representativo de la orfebrería vaccea.
Enfrente, una gran vitrina se dedica a otros dos aspectos interesantes del mundo celtibérico: la metalurgia y la cerámica. Pese a la generalización del hierro en este periodo, el bronce se continuó utilizando, pero casi exclusivamente para adornos de uso personal. Así lo demuestran numerosas fíbulas de distintos tipos anulares hispánicas, de pie vuelto y botón terminal, de apéndice caudal pulseras, colgantes, agujas, botones...
En hierro se expone una variada tipología de puntas de lanza, puñales con su vaina, cuchillos, piezas de arreo de caballo, hachas y otros objetos de utilidad doméstica o cotidiana. Junto a los adornos de bronce, un collar que alterna cuentas de bronce y de pasta de vidrio azul.
En el apartado de cerámica hay ejemplos de las producciones más frecuentes, tanto a mano como a torno, procedentes de los dos yacimientos vacceos más importantes de la provincia, Padilla de Duero y El Soto de Medinilla.
La otra gran vitrina se dedica por entero a la exposición de ajuares funerarios de la necrópolis de Las Ruedas (Padilla de Duero). El rito de incineración practicado por el pueblo vacceo y la costumbre de enterrar un ajuar junto con las cenizas del difunto se documenta ampliamente en los enterramientos de esta necrópolis. Destaca el ajuar de la tumba 28 con un puñal tipo Monte Bernorio de vaina damasquinada, una espada tipo Miraveche de gavilanes curvos, dos puntas y un regatón de lanza, cuatro vasos de cerámica a mano -uno de ellos decorado “a peine”- y otros tres torneados.
Otro ajuar a señalar es el de la tumba 32 con un vaso hecho a mano con decoración “a peine” que sirvió de urna cineraria, otro torneado, una canica, una cajita excisa y dos extraordinarias piezas decoradas con damasquinados de plata: un tahalí y un pomo de espada que en su reverso presenta profusión de figuras, principalmente de animales y guerreros.
En la última vitrina, una serie numismática representa las acuñaciones ibéricas e hispanorromanas realizadas entre los siglos II a.C. a I d.C.
Folleto o cartelería
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