Museo de Valladolid
14 de abril de 2020
15 de mayo de 2020
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Junta de Castilla y León
Museo de Valladolid
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Museo de Valladolid. En su primera epístola a los Corintios y también en la que dirigió a los romanos, San Pablo hacía esta recomendación: saludaos los unos a los otros con el beso santo. De aquí tomó la liturgia romana la costumbre del beso de paz que se daban los fieles antes de la comunión. Al desaparecer esta práctica es cuando comienza a usarse el portapaz, una placa con la imagen de Cristo crucificado u otra imagen devocional, que puede estar realizada en diversos materiales y que se besaba en la ceremonia de la paz de las misas solemnes. Su incorporación a la liturgia se documenta en la baja Edad Media, siendo los ejemplares más antiguos llegados hasta nosotros los datados en la segunda mitad del siglo XV, en general modelos orfebres en plata, de estética tardogótica.
Este ejemplar, realizado en marfil, conservado en el Museo de Valladolid muestra la imagen de la Virgen con el Niño. Está entronizada en un sitial gótico que queda enmarcado en una hornacina de columnillas y arco trilobulado. Todo alrededor corre una faja de trazos ondulados, adaptándose a la curvatura natural del soporte. En varias zonas de la pieza -bordes adornos y cabellos de la Virgen y el Niño- permanecen restos del oro que parece haber sido aplicado a ciertas obras de este tipo para su realce.
Por su diseño, con la imagen bajo arco de tres lóbulos, y por su técnica en el tratamiento del fondo, invadido por finas incisiones entrecruzadas que consiguen una textura reticular, técnica denominada guillochée, debe incluirse en un grupo de obras de eboraria cuyo origen aún no está bien definido, aunque sobre la hipótesis de su ascendencia flamenca o borgoñona ha venido prevaleciendo la de su relación con alguno de los centros de Italia septentrional de finales del siglo XV. En este caso, su técnica guarda relación con la de ciertos talleres del norte de Italia, pero sus paralelos más directos proceden de talleres flamencos y borgoñones de finales del siglo XV.
Portapaces de marfil de igual cronología se conservan en buen número, aunque la estimable calidad artística que éste ofrece hace de él pieza de singular interés y equiparable al portapaz conservado en la iglesia de Saponay, en Aise (Francia), en el que se muestran las figuras de la Virgen con el Niño entre San Juan Bautista y santa Bárbara, y también, aunque aparenta factura menos refinada, al portapaz de la colección del Museo d´Arte Antica e Palazzo Madama, de Torino, en el que, con igual marco de faja de trazos ondulados y arco trilobulado sobre columnillas, se representa la imagen de la Virgen con el Niño entronizada en un amplio sitial con dosel.