Museo de Valladolid
30 de marzo de 2020
30 de abril de 2020
Todos los públicos.
Pieza destacada
Junta de Castilla y León
Museo de Valladolid
Plaza Fabio Nelli s/n. C.P.: 47003 Valladolid.
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Museo de Valladolid. Poco antes de esta obligada situación en que nos vemos, recibimos en el Museo un ingreso singular: un lote de indumentaria tradicional procedente de la extinta Sección Femenina de la Falange Española. Se guardaba en un gran arcón de madera, en el Servicio Territorial de Cultura de Valladolid, tal cual había llegado sus dependencias a finales de los años setenta del pasado siglo, cuando la sede de la Sección Femenina, en la calle Santiago, dejó de ser tal.
El Jefe de Servicio, Leopoldo Cortejoso, venía interesándose en dar al conjunto un destino adecuado y así es como el pasado mes de febrero el Museo vio incrementada su colección.
La ordenación e inventario de las prendas que componen el lote nos ha permitido contabilizar 216 piezas, lo que ha supuesto, por nuestra parte, invadir la sala de reuniones del Servicio Territorial de Cultura a lo largo de una semana.
El lote reúne prendas y piezas de variada naturaleza: desde manteos y enaguas hasta postizos de pelo y piezas de cinta multicolor, amén de hilos, corchetes y elementos de costura para el arreglo y nueva creación de prendas… concretamente y en lo referido a prendas de vestir femeninas se han inventariado: 22 manteos, 34 enaguas, 25 pololos, 21 corpiños, 10 jubones, 8 mantillas, 8 mandiles, 26 blusas. La ropa varonil, en menor cantidad: 10camisas, 8 calzones de algodón blanco y 5 de paño negro, 10 camisas, 3 chalecos y 2 chaquetas.
Con anterioridad al siglo XIX las formas del vestir de las clases populares habían quedado definidas por aspectos como los recursos económicos, las condiciones climatológicas, el influjo de las modas cortesanas, militares y extranjeras, y como no, la propia evolución de las sociedades, definida en buena medida por la accesibilidad geográfica del territorio.
Sería a partir del periodo decimonónico cuando se comienza a fijar lo que en la actualidad conocemos como trajes regionales, fruto de las ideas nacionalistas y románticas que buscaban ensalzar la “identidad nacional”. Ello, unido a la labor de organismos como la Institución Libre de Enseñanza o la Escuela Superior de Magisterio, así como a las aportaciones de intelectuales como la Generación del 98, terminaría por fijar lo que se denominaría “traje regional”. A partir de este interés la indumentaria sufriría transformaciones y adulteraciones que continuarían a lo largo del siglo XX. La Sección Femenina contribuiría a la preservación de modelos y de técnicas artesanales, si bien es cierto que también introduciría transformaciones en las prendas para adaptarlas a su ideología y a las necesidades de las agrupaciones de Coros y Danzas.
De cualquier forma, siempre es controvertido identificar lo que de modo generalista denominamos indumentaria tradicional. Dentro de la misma categoría se encuadrarían tanto los trajes más ricos, que se guardaban para fechas señaladas, como la indumentaria del día a día, mucho más básica y práctica. De igual forma, las manifestaciones son muy diversas, encontrándose en una misma zona distintos modelos y prendas que hacen imposible hablar de un único traje característico de cada región.
En el caso de la indumentaria tradicional de la provincia de Valladolid sufrió a lo largo de estos siglos importantes cambios que supusieron la perdida de buena parte de las formas de identidad propias y la asimilación de elementos característicos de las zonas limítrofes. A pesar de ello, existen ciertas prendas que forman parte imprescindible de cualquier conjunto de indumentaria tradicional, aunque puedan presentar distintos modelos o materiales.
En el caso de la indumentaria femenina, tal y como se recogen en la colección del Museo de Valladolid, son imprescindibles la camisa, las enaguas o los pololos como prendas interiores, así como los justillos, los jubones o los manteos como prenda exterior, sin olvidar las mantillas, los pañuelos o los mandiles, muy sencillos y funcionales los de diario, pero ricamente ornamentados y objeto de ostentación los de los trajes de fiesta. En el caso de las prendas masculinas destacar la camisa, el chaleco, la chaqueta y el calzón, cuyo origen estaba en las calzas, y evolucionó hasta los pantalones actuales.
En la actualidad y desde hace varias décadas se está produciendo una revisión de estas formas, sus orígenes y características, basada en el estudio, el análisis y la investigación. La indumentaria, pues, es un elemento esencial de nuestra idiosincrasia e identidad, merecedora de todos los esfuerzos que se están haciendo para garantizar su preservación y conocimiento. Por ello, el equipo técnico del museo de Valladolid está llevando a cabo un proceso de catalogación, estudio y documentación de este patrimonio que garantice no solo la conservación sino también el acceso y la valoración de ese aspecto de nuestro legado cultural.