Museo de Zamora
27 de marzo de 2020
3 de abril de 2020
Todos los públicos.
Zamora, Cultura, Museos, Exposición, Colecciones, Actividades culturales, Educación
Junta de Castila y León
Museo de Zamora
Director: Alberto Del Olmo Iturriarte
Plaza Santa Lucía 2. C.P.: 49002 Zamora.
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El Museo de Zamora. El agua salada de las lagunas de Villafáfila ha sido objeto de explotación por numerosos grupos humanos a lo largo de la historia, lo que ha generado una gran concentración de yacimientos a su alrededor.
Entre todos ellos se encuentra, muy cerca del pueblo de Otero de Sariegos, Santioste, una factoría de producción de sal que estuvo en funcionamiento durante el Bronce Antiguo. Gracias a los materiales arqueológicos allí descubiertos, algunos de los cuales de exhiben en nuestras salas, podemos reconstruir toda la cadena operativa de obtención de sal por combustión en un momento tan antiguo como el segundo milenio a. C.
Primero se recogía la salmuera en pozos (ya que en verano las salinas se evaporaban y era necesario excavar el terreno para alcanzar el nivel freático) y se vertía en balsas de decantación para depurar el líquido de impurezas. A continuación, se depositaba en grandes vasijas (como las de la imagen), que se introducían en hornos para acelerar la ebullición del agua. Tras una primera evaporación, la salmuera, ya más densa, se vertía en cuencos pequeños a modo de moldes que se llevaban al área de secado. Allí se colocaban encima de peanas (con forma troncocónica igual que la de la imagen) que alzaban las cerámicas unos centímetros por encima de un lecho de brasas de combustión más lenta, con el objetivo de que la sal cristalizase adecuadamente. El último paso, cuando ya estaba completamente sólida, era enfriar y romper los moldes para obtener el positivo de sal. La fractura de esos moldes generaba miles y miles de fragmentos cerámicos que conocemos como "briquetage", y conformaban auténticas montañas de desechos.
El producto obtenido era tan valioso, que en época romana era conocido como “oro blanco”. De hecho, nuestra palabra “salario” deriva del latín salarium (que significa algo así como “pago de sal”) pues, según se cuenta, los soldados que custodiaban los cargamentos de sal de Ostia a Roma recibían su paga en este producto.
Y es que la sal era mucho más que un condimento. Más allá de su valor nutricional (tanto en la dieta de las personas como en la del ganado), se empleaba en procesos como la conservación de alimentos, el curtido de pieles, el templado de los metales o la fabricación de medicinas y cosméticos, sin mencionar las atribuciones mágicas que se le otorgaban.
Gracias a la sal de Santioste, proliferó el intercambio comercial con zonas alejadas, lo que produciría gran riqueza y alimentaría el surgimiento de élites sociales. La idea de grupos de personas destacados que transmitirían su poder de generación en generación se ve apoyado por el enterramiento en el lugar de una muchacha con un rico ajuar funerario, cuya datación coincide con el abandono de la factoría de sal. Pero ésa es otra historia que te contaremos en la próxima entrega…