Museo Numantino de Soria
22 de abril de 2021
Todos los públicos.
Exposición
Junta de Castilla y León
Museo Numantino de Soria
Directora: Marian Arlegui Sánchez
Paseo del Espolón, 8.. C.P.: 42001 Soria.
975 221 397
975 229 872
Correo electrónico (pulse para verlo)
La placa paleolítica de Villalba
Aparte de constituir el hallazgo más importante realizado para la arqueología soriana durante el pasado siglo, la placa paleolítica de Villalba es, a nuestro entender, la pieza más internacional con que cuenta el Museo Numantino.
Fue hallada, por azar, en 1986, en el conocido Barranco Hondo de Villalba, un pequeño cortado poco profundo trazado sobre una terraza terciaria del Duero. De inmediato, L. Casado Egido, su descubridor, la donó a este Museo y pronto su imagen y estudio ocupó portadas y páginas de las más notables revistas de divulgación e investigación españolas y extranjeras. En 1992, en la Exposición Universal de Sevilla, representó al rico e inmenso patrimonio histórico artístico de la comunidad castellano-leonesa. Y desde la apertura del nuevo Museo de Altamira, en Cantabria, y del Museo de la Evolución Humana, en Burgos, fieles copias suyas ilustran espacios y vitrinas dedicados al arte mueble del Paleolítico Superior.
Los estudiosos sorianos que la dieron a conocer destacaron sus características formales, técnicas y cronológicas. Observaron bien su material (pizarra paleozoica negra, propia de la zona), su tamaño (36,5 cm de longitud, 7,6 cm de anchura y 1,2 cm de grosor medio), su descripción gráfica (un total de 26 animales, trece en cada una de sus caras, todos équidos y cápridos) y las diversas técnicas grabadas empleadas en su composición. Apreciaron la ordenación intencionada del espacio, la acumulación premeditada de las figuras y los encuadres y bocetos usados por el autor. Y se atrevieron a trazar su cronología, que llevaron, a partir del análisis formal de las grafías, a un momento avanzado del estilo III –incluso IV- del esquema crono-estilístico de A. Leroi-Gourhan, o lo que es lo mismo, a un periodo de ejecución entre el final del Solutrense y el Magdaleniense III y IV (en torno al 15.000 BP).
Su excepcionalidad y belleza no le privó de su función ritual ni tampoco que en un principio se discutiera su autenticidad. Empero, aceptada ésta por todos, su posible cronología derivó en los últimos tiempos en una viva y argumentada polémica entre aquellos investigadores que se ajustaban a las primeras dataciones y los que las rebajaron a niveles del Magdaleniense IV y V, es decir, hasta el 13.000-12.000 BP. Se argumentó entonces nuevas interpretaciones estilísticas y temáticas, pero sobre todo el hecho de que se hubiera podido constatar la presencia de gentes de aquella estirpe en el cercano valle del Jalón.
Con todo, unos y otros comparten hoy el juicio de que esta magnífica pieza es, pese a la falta de un contexto arqueológico definitivo, una de las principales joyas del Arte Paleolítico de la Península Ibérica.
Juan A. GÓMEZ-BARRERA - IES Castilla (Soria)