Museo Numantino de Soria
22 de junio de 2020
31 de julio de 2020
Todos los públicos.
Cultura, Museos, Actividades culturales, Educación, Soria, Exposición
Junta de Castilla y León
Museo Numantino de Soria
Directora: Marian Arlegui Sánchez
Paseo del Espolón, 8.. C.P.: 42001 Soria.
975 221 397
975 229 872
Correo electrónico (pulse para verlo)
Museo Numantino de Soria. Esta pieza cerámica, interesante tanto por el dominio del torno y del horno como por su decoración pintada, fue elaborada a torno en dos partes que fueron unidas y espatuladas para disimular la unión antes de su cocción.
Se dibujó y pintó en negro sobre la pieza, utilizando pinceles y compás. Se representa un toro probablemente salvaje.
El toro está presente en muchas religiones de la prehistoria y la antigüedad del mediterráneo oriental y central, y en Iberia con significados comparables pero con una evolución de su significado variable en cada área. En la religión celtibérica el toro parece tener raíz en la cultura indoeuropea y pese a su aparente importancia, sin embargo, aparece en un escaso porcentaje pintado o esculpido. Con la religión celta comparte la narración de transformaciones de animales en otros, sucesivamente, en relatos míticos de origen, historia del grupo o heroicos.
Las patas robustas del animal se afianzan al suelo; sus cuartos traseros con una cruz inscrita en ellos, en un círculo, dejan ver la quietud del toro que mira hacia el suelo, abriendo la boca en actitud de devorar un pez bajo él, pez que también tiene la boca abierta en defensa o ataque (imposible discernir).
El rabo del toro cae rematado en una cartela también con cruz.
A continuación un elemento con significado incierto, triangular, compuesto por series de SSS con círculos en sus vértices en donde se inscriben motivos cruciformes, antecede a un toro, suponemos que el mismo toro, pero esta vez en movimiento: en sus cuartos traseros, se dibujaron aspas inscritas en círculos que reflejan movimiento. No se le dibujaron patas para dar esa sensación de ingravidez. De la parte central del cuerpo cae un elemento rematado en círculo que incide también en la sensación de movimiento. La cola corre sobre su lomo y, como en otros vasos numantinos, acaba en cabeza de un animal indefinible. La cabeza, transformada, caída, mira al espectador con las fauces abiertas de un modo en absoluto realista. El pez no está. Dentro de este último toro se insertó el dibujo de un triskelion. Al girar la tinaja, entre la cabeza de este toro y los cuartos traseros del primero, hay un elemento sinuoso que pudo servir para marcar el sentido de la narración.
En esta vasija vemos un proceso de transformación cuyo origen se encuentra en el pez devorado.