Museo de León
1 de agosto de 2015
31 de agosto de 2015
Todos los públicos.
Gratuito
Cultura, Museos, Colecciones, Educación, Actividades culturales, León, Exposición, V Centenario Santa Teresa
Junta de Castilla y León
Museo de León
Director: Luis Grau Lobo
Plaza de Santo Domingo, 8.. C.P.: 24002 León.
987 236405
987 221602
Museo de León. Este tablero de juegos (damero y campo de dados) de Finales del S. XV, procede del Palacio de los Condes de Luna en León.
El ajedrez ha mantenido a lo largo de los siglos un halo de intelectualidad y prestigio por su carácter estratégico, que ha resultado útil a dirigentes, caballeros y eruditos para ejercitar sus dotes políticas y marciales, además de servirles como un enriquecedor pasatiempo. Su origen parece encontrarse en India, donde se jugaría con una tipología similar a la actual, pero con cuatro jugadores en vez de dos, representando cada una de las fuerzas militares: elefantes, carros, caballería e infantería.
Poco después serían los persas quienes, interesados en este particular juego, lo adoptaron y contribuyeron a su configuración, apareciendo las figuras del caballero, el alfil, la torre o el peón. Tras ser conquistados por los musulmanes, serán estos quienes lo difundan por todo el Mediterráneo, y poco a poco fue adquiriendo predicamento durante la Edad Media, tanto en el mundo musulmán, como en la Europa cristiana.
Es en el siglo XIII, en esa época medieval, cuando encontramos el famoso Libro de Ajedrez, Dados y Tablas de Alfonso X el Sabio, conociendo gracias a él distintas variantes del juego, dependiendo del número de participantes o de casillas, y la filosofía que subyace tras este entretenimiento.
Asimismo, el ajedrez suele asociarse al juego del nard (tablas reales o chaquete), es decir, a un juego de dados. Con esto se aúna simbólicamente el carácter reflexivo del ajedrez, con el azar, ambos presentes en la vida militar, política y diplomática. Como aparece en el mismo manuscrito de Alfonso X, algunos sabios defienden que más <<vale seso que ventura>>, abogando por el ajedrez, y otros creen que más <<vale ventura que seso>> (dados), y aparecen estos juegos como reflejo de la propia vida.
El Damero que posee el Museo de León se realiza en madera de nogal, con un reverso para el juego de dados, que tendría incrustaciones de hueso en los 24 picos que lo conforman, quedando restos sólo en algunos de ellos. La pieza pertenecía a los Condes de Luna, y por ello se data a finales del siglo XV, nunca antes de 1462, pues este es el año en que Enrique IV concede a D. Diego Fernández de Quiñones ese título nobiliario.
El tablero se monta sobre un marco orlado con arquillos por dos de sus lados con decoraciones vegetales encima de ellos, y motivos heráldicos. En una de esas bandas aparece el escudo de los Quiñones con dos blasones zoomorfos: un ave rapaz y un cánido; mientras en el opuesto se dispone una luna creciente que abraza cinco estrellas. Los otros dos laterales se ornamentan con elementos serpentiformes o dragones que terminan en motivos florales. A un lado, también encontramos una pequeña argolla que serviría para colgar la bolsa con las piezas, que en este caso no se han conservado.
Por el reverso dedicado al juego del nard, vemos, como ya hemos referido, doce picos a cada lado con incrustaciones óseas, quizá con una carga numerológica alusiva a la astronomía y al año: doce son los meses y los signos del Zodiaco, y sumados los de un lado y otro equivalen a las veinticuatro horas del día.
De este modo, detrás del ajedrez existen un gran simbolismo y una vasta filosofía, presentes, por tanto, en todos los tableros, que muestran un reflejo de la vida. El ajedrez plasma un microcosmos, donde los más altos cargos, el rey y la dama, al final de la partida, como el alfil, el caballero o los peones, terminan guardados, sin diferencias, en una bolsa: reyes y subordinados, acaban igualados en la sepultura.